Motivación.
Motivación
Artística
Entremos
a estimar algo de la mayor importancia: la motivación artística. ¿Por qué el
ser humano hace arte? ¿Por qué ha llegado a la creación artística? La respuesta
parece tan clara que, como diría Chesterton, ha de ser necesariamente engañosa:
el humano crea artísticamente en correspondencia con sus tendencias
estéticas, que forman parte de la esencia de su personalidad y que no se
encuentran en otras especies animales, podría ser la respuesta.
Es cierto
que el ser humano posee una tendencia estética, pero no es menos cierto que por
paradójico que pueda parecer, el arte en su origen no se produce porque dé
rienda suelta a esta inclinación aunque, como es lógico, sin ella no podría
realizarlo. Si no es por ello, hemos de preguntarnos a qué se debe que en un
momento dado el hombre iniciara la producción artística. Para entenderlo, hemos
de remontarnos al principio mismo de la historia o a aquellos estadios
culturales en que se produce una posición inicial. Es decir, no podemos saber
por qué el humano se inclina a manifestar una cualidad estética que yace
en él si estudiamos cualquier cultura evolucionada, porque en ella el impulso
adquirido, la tradición, el mismo asentamiento de la cultura, desgaja al
individuo del planteamiento primordial de los problemas creativos y de
invención. El decir, por tanto, que la inclinación innata del hombre hacia la
belleza es el origen del arte es muy problemático, porque para asegurarlo
partimos de un punto falso de arranque, ya que para sentir inclinación
hacia el arte se precisa la existencia previa de cánones que establezcan en qué
consiste lo bello y lo feo. La cualidad de discernimiento artístico nos parece,
pues, imprescindible. Esta razón es la fundamental por la cual no es posible
atribuir el origen del arte a la inclinación estética ya que si, por ejemplo,
las pinturas son para nosotros obras de arte, estamos perfectamente seguros que
no lo fueron para quien las realizó en la cueva de Santillana. Aquel
individuo realizó arte, sin duda; pero no porque empleó, sin saberlo, sus
cualidades de observación y de técnica imitativa de la realidad.
Lo dicho
es tan cierto que existe mucho mayor gusto artístico, consciente, en los
esquemáticos dibujos del neolítico, no porque artísticamente su calidad se
mejor, sino porque cabe descubrir en ellos una mas clara idea de la simetría,
de la distribución, etc.; porque encontramos en ellos unas ciertas formas a las
que no dudaríamos en atribuir técnica artística. Y lo mismo en que el
neolítico, podemos observarlo en las llamadas artes populares y de los salvajes
contemporáneos.
Una
modalidad de la tendencia artística como origen de la producción de arte podría
ser la de la ornamentación, al pensar que si el hombre en los comienzos – ya
sea de la historia o de una cultura determinada- realizó obras artísticas fue
con la finalidad de decorar sus habitaciones o los objetos de su uso. A ello
respondería, por ejemplo, la cabeza de un caballo grabada en el bastón de mando
de Mas d’Azil; pero tanto en este caso como en el de las pinturas rupestres
sabemos que no deseó ornamentar nada, sino dar cauce expreso a determinadas
ideas y concepciones de origen no artístico. Así sabemos que en la cueva de
Altamira no vivió nadie y que, por tanto, las pinturas no sirvieron para
agradar la vista de unos inexistentes habitantes, y que las pinturas que
decoran las pieles de bisonte con que los assiniboine de Arkansas
construían sus tipis o tiendas tuvieron un valor mágico, lo que nada
tiene que ver con las tendencias decorativas. Y con ello pasamos a lo que en
verdad constituye el origen de la expresión artística: razones basadas en las
creencias o producidas por los ritos.
Estamos
ya frente a lo que la mayoría de los tratadistas es el origen de gran parte de
las manifestaciones sociales, entre las que no podía faltar, como es lógico, el
arte: las creencias. El procedimiento seguido es precisamente el que hemos
empleado: el de la eliminación. Ante el problema de los orígenes de la
producción artística nos debemos de preguntar cuál es la causa y por qué,
comparando aquellas pinturas, grabados y esculturas, encuentra un enorme
parecido con los objetos mágicos y fetichistas que hacen los salvajes de hoy.
No hemos de detenernos ahora en estimar la mayor o menor antigüedad del
fetichismo, la magia o el animismo, porque esto será tarea de un capítulo
aparte; pero establezcamos bien que el arte comenzó a producirse por razones
que tenían su origen en el modo de concebir las relaciones del hombre con lo
desconocido por parte de los más antiguos.
Obermair
hace notar, en sus estudios sobre Altamira, que no cabe la menor duda de que
los “frescos” tienen un origen mágico-cazador. Esta suposición descansa en la
idea del animismo, cuyas últimas consecuencias se enlazan con la brujería
moderna. Si se representa la imagen del animal que se desea cazas, se sujeta su
alma y si después se clava en la representación gráfica un dardo, como parece
frecuencia, se tendrá virtualmente cazado al animal.
Esto en
lo que se refiere a imágenes donde la interpretación puede ser subjetiva; pero
se muestra mucho más claro en aquellas producciones artísticas cuya motivación
no precisa de excesiva explicación. En el caso de objetos, como el indicado
antes de Mas d’Azil u otros bastones de mando, en los que la idea de significar
la jerarquía ha sido la causa artística, o casos en que se ve claramente, como
en el neolítico, que se trata de amuletos, de pequeños fetiches y de
representaciones mágicas.
Sea
por la causa que fuere – siempre de origen religioso, llamémosle
así, y jerárquico -, lo cierto es que el hombre en sus orígenes no hizo “arte
por el arte”, y que éste no noche, por tanto, ni del sentimiento estético ni de
la inclinación al goce artístico. Esto no debe interpretarse, tampoco, de un
modo absoluto. Si bien estas razones, puramente estéticas, no son el origen
ni la fuente, sería ingenuo creer que sin ellas no existiría el arte. De
modo que precisamente porque el hombre tiene una tendencia estética y dado que
tiene dotes de observación y de reproducción, reduciendo a esquemas y
líneas lo que se va eliminando sólo por las sombras y los colores en la vida
real, se hace posible que, de causas sociales y religiosas que nada tiene que
ver con el arte, nazca poderoso y esplendente todo lo que ha de formar el
cuerpo artístico de la historia humana.
Añadamos
a esto algo sin lo cual el arte no hallaría su fondo y su ambiente: el deseo y
el sentido decorativo que es en sí, además, una inclinación artística. En este
sentido y ansia de la decoración interviene toda la humanidad como cuerpo y
agente del arte y de la historia. No es sólo el artista, el productor y creador
de arte quién cumple con esta tendencia, sino la sociedad integra, lo que es de
una enorme importancia, porque vemos al arte como una producción del mundo
humano y, por tanto, como un hecho cultural, cuya reseña no puede dejarse de
hacer como signo de preocupación y creación cultural del individuo. Hay una
última razón que en los orígenes y en la producción general del arte no deja de
tener valor la voluntad de perpetuación, de memoria y de comunicación. El
hombre desea que otros sepan de él, de sus actos, hecho en el cual se
encuentran unidas las dos tendencias, la comunicación y el deseo de que se
guarde memoria. La tendencia que incita a las clase populares a escribir su
nombre en las paredes o a los chasquillos a grabar en la cortea de los árboles
iniciales y signos, responden a esta razón. Si recordamos que la escritura en
un comienzo fue “ideografía”, no precisamos mucho argumento para colocar entre
las motivaciones del arte este deseo de simbolizar o representar artísticamente
la realidad visible con deseo de comunicar algo o de transmitir un testimonio
de los hechos.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=k63_eE7qVSU#at=97
Después de analizar la lectura y de ver los videos que se encuentran arriba, comparte en este espacio tu opinión sobre la motivación personal, artistica, deportiva, profesional, etc; Que factores crees que son determinantes para estar altamente motivados? Espero tus comentarios.